Hace
millooones… y milloooones… y milloooones de años, un golpe de viento hizo volar
unas finas partículas de polvo que emprendieron un alocado viaje por el aire, hasta
llegar a la superficie del mar. Una vez allí, descendieron poco a poco hasta posarse
en el lecho marino. Con el tiempo, otras partículas fueron llegando y tapando a
las primeras y así sucesivamente, día tras día, año tras año, siglo tras siglo,
hasta formar capas horizontales de sedimentos que se iban aplastando y
endureciendooo… y endureciendooo… y endureciendooo. Los diferentes tipos de
partículas que llegaban al fondo del mar, determinaban las características del
sedimento que se iba formando. Algunas veces llegaba polvo oscuro y denso,
otras veces más claro y blando… Todo ello en función de lo que sucediera fuera
del mar, en la superficie terrestre.
Y
mientras esto ocurría, durante millooones y millooones de años, la poderosa
energía incandescente del interior de la tierra, no paraba de moverse y empujaba
de forma brutal las placas que forman la corteza terrestre. En uno de esos
movimientos, dos placas chocaron entre sí e hicieron que los sedimentos se
retorcieran, se rompieran y en algunos casos se movieran, pasando de estar en posición
horizontal a vertical, quedando a la vista… ¡fuera del mar!.
Esto
es lo que ocurrió hace millones de años en una zona de la costa vasca. El fenómeno
geológico se conoce como el “Flysh de Zumaia” y su peculiaridad es que se
alternan sedimentos duros con blandos formando algo parecido a un “milhojas” de
sedimentos.
Pero
los expertos dicen que no tiene mil hojas, sino que tiene millooones y millooones
de hojas. Que es como un libro, porque cada línea de sedimentos es una página
que se ha formado durante unos diez mil años. Y en cada página cambia el color,
la densidad, los materiales, los fósiles, el magnetismo, etc… una información
muy valiosa que dan pistas de lo que sucedió en la tierra durante millones de años.
De hecho, en algunas zonas
puede observarse una línea de sedimentos más oscura que el resto. Los geólogos
dicen que esa franja coincide con la edad en la que los dinosaurios
desaparecieron de la tierra. Parece que esa capa es más oscura debido a las
cenizas que flotaban en el aire producidas por el impacto de un meteorito o por
sucesivas erupciones volcánicas.
Y
todo esto que he contado en unas líneas, se produjo durante millooones y millooones
de años. Pero nosotros lo vemos de golpe, y no nos hacemos idea del paso del
tiempo. Todo sucedió hace muuucho…. pero ahora es distinto, ya no pasan esas
cosas, o eso creemos.
Lo
que no podemos ver, porque necesitaríamos más de cien vidas para que se forme
una de esas páginas de sedimentos, es que la tierra sigue su ritmo mientras
millooones y millooones de seres humanos pasamos por ella, pensando que los
micro años que podemos disfrutarla, son los más fundamentales del universo,
cuando no suponen más que algún milímetro en las capas de sedimentos.
En
fin…. tras este pseudo análisis espacio-geológico, decir que este peculiar
paisaje es perfecto para la vida del pulpo. Un simpático animal que, por su
apariencia, parece más de la época de los dinosaurios que de la nuestra. Y que
debido a su presencia, en los pueblos de la zona, existe la tradición de aprovecharlo
para hacer con él una sopa.
El
proceso de la elaboración de la sopa tiene su miga.
Primero
hay que capturar al pulpo, para lo que existen diferentes técnicas. En la foto, se puede ver la forma más tradicional de reducir al pulpo... un mordisco
Hay
que secar el animal para que adquiera su peculiar sabor.
Y luego cocinarlo con esmero y paciencia, porque no es una sopa cualquiera.
Os
dejo un enlace del programa “No es país para sosos”, en el que he participado
de forma muy activa, emitido por Euskal Telebista, y donde se puede ver la
captura y la receta. Espero que os guste.
Después
de esto, a ver si la cosa perdura millooones y millooones de años.