El aviso era claro. Por la tarde no había que salir de casa.
El Sr. Greenshoot no se lo pensó dos veces. Eran las once la hora perfecta para hacer unos recados y así poder pasar la tarde en casa.
Al llegar al supermercado su euforia se transformo en angustia. Todo el mundo había tenido la misma idea que el Sr. Greenshoot.
Fuera el sol brillaba con fuerza, dentro el aire caliente de la calefacción hacia que las primeras micro gotas de sudor comenzaran a mojar la parte baja de la espalda.
El Sr. Greenshoot deambulaba de un pasillo a otro un tanto aturdido, no sabiendo muy bien que es lo que quería o necesitaba.
Empujado por algo que desconocía, se abalanzo al expendedor de papelitos del turno de la charcutería.
65! Miro alrededor y vio que no había nadie. Despues miro hacia el marcador 45!
Su desesperacion fue tremenda. En el mostrador solo quedaban dos solomillos de cerdo y tenia veinte numeros por delante. Seguramente se quedaria sin solomillo.
Los numeros iban avanzando y el sudor de su espalda cada vez era mas incomodo.
Mientras miraba los productos que rodeaban a los solomillos noto un fuerte empujon.
- !Perdone! Es que estamos tantos....
- Tranquila.. no pasa nada
El empujon de aquella mujer hizo que la camisa se le pegara aun mas a su espalda.
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