viernes, 18 de febrero de 2011

Carne Guisada

Hay días que al abrir la puerta de casa y salir a la escalera notamos un intenso olor a comida. Entre semana, ese olor suele ser de ajos fritos o aceite después de un rebozado, pero los fines de semana, las escaleras se llenan de olores mucho más profundos e interesantes.

Es el turno de aromas de platos de larga elaboración. Platos con salsas poderosas que esperan hacer las delicias de unos paladares adormilados tras una larga semana.

Es la hora de la gente que le gusta cocinar. La hora de demostrar que además de hacer bien las tortillas francesas, somos capaces de mezclar enrevesados sabores y caprichosas texturas.

Dicho esto, ¿qué tendrá que ver el titulo de este capitulillo con lo que acabo de escribir? Pues que creo que la carne guisada es el típico plato de fin de semana que normalmente comes en casa ajena… o sea padres o similar.

La carne que os presento es una carne guisada de pelea, de entre semana, un plato rompe monotonías. Es fundamental para la elaboración de dicho manjar la presencia de una olla a presión. La olla a presión es un invento maravilloso. He leído que los primeros pasos de la olla a presión fueron por 1679 cuando el físico Denis Papin experimentó con una olla a vapor para cocinar más rápido los alimentos, parece que su invento no tuvo mucho éxito.

También he visto por ahí que en 1919 se concede la primera patente con el nombre de “olla express” a José Alix Martínez, un tipo de Zaragoza. Desde entonces surgieron varias patentes en diferentes partes del mundo pero en 1953 aparece la “supercocotte SEB” que en España se comercializó con el nombre de SEB-Magefesa y cuyas ollas se fabricaban en un taller de ferretería de Algorta (Bizkaia).

Desde entonces hasta hoy las ollas han evolucionado un montón. Son el regalo perfecto para una familia numerosa y aunque da pereza utilizarlas, permite hacer platos que de otra forma serían inviables... No es fin de semana, no time, no limits.

Los ingredientes para una carne guisada varían mucho de unas recetas a otras, pero la base es siempre la misma: unas verduritas, la carne en cuestión y adornos aromáticos.


Para la camita de verduras he elegido cebolla picada, pimiento verde, dos dientes de ajo y un tomate sin piel de tamaño medio.


En el terreno de los aromáticos, además del ajo y otras hierbas, mi apuesta es el laurel. Una hoja que encuentras en cualquier esquina y que al partirla emana un aroma increíble



Mi duda es de qué vivirán las empresas que comercializan el laurel. En mi caso (y eso que suelo usarlo) una caja de laurel puede durar lustros sin perder del todo sus aromas… en fin ellos sabrán.



Lo primero es poner aceite en la olla a presión y cuando el aceite está caliente rehogar la carne hasta “sellarla”. Hay gente que en este punto añade una pizca de harina, al gusto.Una vez que la carne se ha dorado y ha dejado su esencia en el fondo de la olla, la retiramos para que descanse y reestructure su sabor.   



Hay recetas en las que primero se rehoga la verdura, pero siguiendo la definición de guisar, yo prefiero preparar los manjares sometiéndolos a la acción del fuego, haciéndolos cocer en una salsa después de rehogado.



En ese fondo dorado por la acción de la carne, incorporamos nuestras verduras en el siguiente orden: primero el ajo, luego cebolla, pimiento verde y cuando veamos que nos pide agua, añadimos el tomate.
Ahora es cuestión de paciencia. Si no hay prisa, lo ideal es dejar que las verduras trabajen y den todo de sí. Si no hay tiempo ni paciencia, añadir la carne cuando estén casi hechas.



En ese momento, cuando carne y verduras suman fuerzas de sabor, introducir una hoja de laurel y aprovechar ese vino joven, que dejó de serlo para parecerse al coñac. Nunca tires una botella de vino pasado, da mucho sabor a los guisos.

Cuando veamos que el alcohol del vino se ha evaporado, añadimos caldo o agua hasta cubrir un poco la carne y las verduras. En ese momento cerramos nuestra olla y dejamos que el vapor haga su trabajo. El tiempo de espera depende de las cantidades y la calidad de la carne. Normalmente con 15 minutos desde el primer pitido de la olla suele ser suficiente.



Una vez que hemos dejado que la fuerza del vapor cocine nuestro guiso, abrimos con cuidado la olla. Es el momento de añadir sal, alguna hierba aromática y las patatas. Tengo la costumbre de lavar las patatas para quitarles el exceso de almidón, no sé porqué ni para qué, pero lo hago.



Para que las patatas se cuezan, igual es necesario añadir mas agua. Dejar la cazuela a fuego medio-alto sin tapar hasta que las patatas estén en su punto óptimo.





La carne guisada buena de verdad es la que se deshace en la boca, la que tiene un color marrón oscuro intenso, la que tiene una salsa potente e intratable, la que no te deja incómodos hilos entre las muelas y la que al de tres horas de haberla comido vuelve a recordarte que los guisos son para el fin de semana.

jueves, 3 de febrero de 2011

Ciclogénesis reload

Viendo los acontecimientos meteorológicos de Australia he recordado que hace casi un año (27 de Febrero 2010) pasó rozando nuestra región una "Ciclogénesis". He buscado la definición o explicación del fenomeno, y me resulta imposible resumirlo.

Dicen que es el desarrollo o consolidación de la circulación ciclónica en la atmósfera y que da lugar al desarrollo de una cierta clase de ciclón. Hay de varias escalas, desde la microescala a la escala sinóptica. La sinóptica debe ser leche, lo digo por el nombre. He leido, también, que hay una cosa que se llama los mesociclones que pueden acabar en tornados. Y lo que me parece increible, es que las trombas marinas se forman "a partir de ambientes de fuerte inestabilidad y cizalladura vertical baja". Para que nadie se asuste la tal cizalladura es un cambio en la velocidad o dirección del viento a lo largo de una línea recta.

Toda ciencia tiene su cosa y la metereología no iba a ser menos.Quíen no ha soñado con tener un coche tuneado con todo tipo de antenas y antenoides, para poder seguir los tornados en el profundo continente americano. En fin...

Hace casi un año el Sr. Greenshoot vivió en sus carnes las consecuencias de una ciclogénesis. En este blog narró su experiencia. Hoy casi un año después, muestro lo que aquel día sucedió: nada... afortunadamente

                     
                     Ciclogenesis from Jon Arregui on Vimeo.

miércoles, 2 de febrero de 2011

La Rioja

Hay lugares que no se sabe porqué, transmiten paz y sosiego. La Rioja - España, (detallo porque hay otras Riojas por el mundo), es uno de ellos. Una región silenciosa donde el cielo se abre y brilla, sin obstáculos, el sol.




Un lugar venerado, de donde salen todos los años miles y miles de litros del líquido que el dios Dioniso, o también llamado Baco, bendice para su buen efecto.



Sin La Rioja, yo y muchas personas que conozco, seriamos otra cosa. Quizás nos gustará la piña, las fresas, o ¿por qué no el agua? No tengo nada contra la piña, las fresas… ni siquiera contra el agua. Pero haber nacido a tan sólo cincuenta minutos de una de las regiones vitivinícolas más importantes del mundo creo que marca... y mucho.





No hay celebración donde falte el vino. Una celebración sin vino es como una piscina sin agua, Roma sin Vaticano, Sancho sin panza…





Atravesar La Rioja en coche es un relax. Y da igual la época del año. En invierno las cepas descansan, en primavera la planta despierta, en verano da la flor, y luego en otoño se recoge el fruto.



Hay indicios de que en La Rioja poblaron desde muy antiguo pueblos no indoeuropeos, en concreto pueblos vascoides. Estas afirmaciones se basan entre otras cosas en los nombres vascos de las estelas del Alto Cidacos de la zona riojano-soriana. Estos datos creo que son importantes para analizar porque los que vivimos en el País Vasco, somos incapaces de pronunciar otra cosa que no sea: “un rioja” al acercarnos a la barra de un bar.



La llegada de los romanos confirman de forma escrita los orígenes de los pueblos que por allí andaban. Berones en el Valle del Ebro zona de Rioja alta, vascones por la Rioja baja del Ebro, y los Pelendones en zonas de sierra.


Comentan los escritos de las épocas del Viejo Catón (193 a.C.), que la principal ciudad de la zona, era vascona y se llamaba Calagurris o Calagorri (Calahorra) y la siguiente Gracouri (Alfaro). 



Y al comienzo de la Edad Media cuando los visigodos entran a la península, varias zonas de la actual Rioja eran pobladas por vascones, hablándose el euskera en algunas de ellas, en especial en la Rioja Alta como queda evidenciado en su toponímia. Un dato más, que hace que muchas de las personas que conozco, al probar vino de otras regiones comenten el clásico: “no se qué, pero a este vino le pasa algo”



Hay varias teorías sobre el nombre Rioja, una dice que el nombre viene porque la antigua región era atravesada por el Rio Oja, otra que dice que procede del término "rivalia" (tierra de riachuelos),que no se sabe cómo,termina en Rioja, y la que apunta a orígenes en el euskera como unión de las palabras herriogia-errioxa- rioxa que se traduciría como tierra de pan.



No sé si pan o riachuelos, pero lo que está claro es que no sé qué sería de muchos de nosotros sin La Rioja y sin el fruto que esa tierra nos da.





PD: La Historia está cargada de fantasías, ensoñaciones y tópicos. Hay un dicho italiano muy socorrido: Y si no es verdad, que esté bien inventado.