jueves, 31 de mayo de 2012

Lasaña de Mayo


 El mes de Mayo ha sido muy ajetreado, es el mes del comienzo del  buen tiempo  las bodas, los bautizos  y las comuniones.  Por aquí, además, hemos tenido mucho fútbol, mucha decepción futbolera y mucha, mucha, crisis. 


(Cartel convocando a la huelga general el pasado 29 de Marzo)

Tras el periplo de nuestro Athletic  por Europa y su varapalo contra el Barcelona, toda la provincia ha quedado sumida en una especie de nube donde se juntan sentimientos encontrados. Qué bien que hemos llegado hasta donde se ha llegado pero… y ahora ¿qué?  
Y una vez que el futbol nos abandona  (hasta que comience la Eurocopa), aparece en el horizonte el drama de la crisis y bancos mentirosos que venden un dinero que no tienen, con deudas millonarias camufladas como beneficios.


La verdad es que no tengo ni idea del asunto,  pero nadie se cree que donde, hace bien poco, todo era beneficio y opulencia, ahora brote el déficit y la escasez. Ahora interesa sacarlo.
Recordando viejos principios físicos, el dinero y la riqueza no desaparece, cambia de manos. Y las manos que lo tiene ahora han decidido que van a jugar en otro lugar, y de otra forma.

(La industria paralizada)

A todo esto le sumamos la superproducción (tema que me agobia), miles de empresas mejorando día a día, optimizando sus recursos para producir más, más, más y mejor, trabajando sin descanso para sacar millones de productos de todo tipo, a un mercado cada vez más enfermo… ¿Quién va a consumir todo los que sobre-producimos?  Millones  de “brokers”  agobiados por sus jefes o clientes, que les exigen beneficios constantemente, especulando con lo que sea para ganar dinero … Y la pregunta es ¿y yo qué puedo hacer para salir de la crisis?

(Restos de un pasado industrial)

Circulan por ahí tres ideas clave; no gastar más de los que se tiene, ser consciente de que todas las burbujas terminan explotando y que sin ética no hay futuro. Quizás cambiando de manera de vivir se consiga algo… no sé.

En fin, que con este panorama lo único que se me ocurre es hacer una Lasaña de Mayo.
He buscado por ahí el origen del plato y no he encontrado mucho, lo único cierto es que, como siempre, los griegos y los romanos ya lo cocinaban.

Seguramente hay mil formas más apetecibles de hacer la lasaña, pero esta receta triunfa en mi casa.
Los ingredientes son simples: carne picada, láminas de lasaña, cebolla, pimiento verde, pimiento rojo, tomate frito,  queso.


Lo primero que hay que hacer es el relleno, para ello pasaremos las verduritas por la sartén y cuando estén hechas añadimos la carne picada.


Luego hay que cocer las láminas de lasaña, normalmente en el paquete vienen las instrucciones de cada fabricante, aunque el proceso suele ser: cocer en abundante agua, cuando se han cocido meter en agua fría y secar.

Una vez terminado el proceso de las láminas es el turno de la bechamel.  Mi experiencia me dice que la bechamel  sale correcta si se bate con varillas. Poner mantequilla en la sartén y un cazo de leche a calentar. Cuando la mantequilla se ha disuelto añadir la harina. Las cantidades las hago a ojo, ya lo siento. Para que la harina no sepa, hay que dejarla cocinarse un ratito. Antes de que se dore demasiado la harina, vamos añadiendo la leche caliente y dándole a la varilla. Al principio parece que la bechamel va a ser un grumo gigante, pero poco a poco la varilla cumple su función.


Dicen que una buena bechamel debe tener cinco capas, pero bueno… Primero lámina de lasaña, relleno, lámina, relleno y así hasta que se acabe el relleno.


Una vez que hemos hecho los pisos cubrimos todo de bechamel, ponemos un poco de queso encima y gratinamos en el horno.




Y aunque podéis observar en la foto que me he olvidado poner el tomate, la lasaña de crisis estaba muy buena. Espero que os guste.

martes, 15 de mayo de 2012

Alcachofas Plencia


Aquel domingo decidimos ir a comer a Plencia (Plentzia, en euskera). Plencia es un pueblecito de veraneo a escasos veinte minutos de mi casa. No sé las veces que he ido a ese lugar, pero ese día era la primera vez en mi vida que decidí llevar la cámara de fotos.


Sacar fotos en  Plencia es como sacar fotos en el portal de mi casa, un lugar archiconocido del que tienes mil imágenes en tu cabeza, un sitio donde nada te llama la atención.


Pero en esta ocasión,  un mundo nuevo se abrió ante mí. Empecé a mirar con ojos de turista lugares que conocía desde hacia tiempo; la playa, el sanatorio, la ría, las casa… todo resultaba interesante.


Somos capaces de viajar kilómetros y kilómetros para ver cosas que no tiene nada que envidiar a lo que tenemos cerca de casa. Y no es malo viajar y conocer, pero a veces no valoramos lo más cercano, quizás por la ceguera de la costumbre.


Tras esta reflexión primaveral, os cuento que he leído un poco la historia de Plencia, y parece que, muy a su pesar, pertenecían a Gorliz (pueblo vecino con la típica rivalidad) Consiguieron independizarse de Gorliz y vivieron de la pesca de ballenas y al cabotaje (llevar pasajeros, mercancías o lo que sea, de cabo a cabo). Plencia estuvo rodeado por una muralla con bastantes puertas de las que sólo queda una. Más tarde, se convirtió en lugar de veraneo y las diferentes reformas urbanísticas hicieron que la muralla desapareciera y tenga el aspecto que tiene hoy en día.


En honor a Plencia y a todos aquellos lugares que tenemos delante nuestro pero que no valoramos, voy a presentaros unas alcachofas con taquitos de jamón.

Por lo que he leído la alcachofa es prima hermana del cardo borriquero y fue utilizada como planta medicinal ya que se le atribuyen bondades para combatir la diabetes, el estreñimiento, la gota, el reuma…  hasta que por el SXV decidieron empezar a comérsela.


La alcachofa es una plantita que ocupa mucho pero que a la hora de la verdad se queda en nada.  De un kilo, la mitad son hojas, que son muy bonitas, pero que no alimentan. Con las hojas que sobran se podrá hacer alguna sopa  o alguna reducción con aromas de alcachofa.


Lo primero es pelar bien las alcachofas hasta llegar a la zona tierna. Este paso es fundamental porque no hay cosa más desagradable que una hoja de alcachofa dura y áspera dentro de la boca.  
Un vez peladas hay que untarlas con un poco de limón para que no se oxiden y oscurezcan. Hay bastantes trucos para que no se pongan de color feo; poner harina y limón en el agua, no cocerlas en una cazuela de aluminio, sumergirlas para evitar el contacto con el aire durante la cocción, después de cocidas ponerlas en un recipiente en donde caiga agua constantemente, etc,etc.


Ya peladas, las ponemos a cocer en abundante agua con un poco de sal y un chorrito de aceite. Cocer durante 12-15 minutos, pero lo mejor es pincharlas para ver si realmente están blandas.
Mientras las alcachofas se cuecen, hacemos el acompañamiento con unos taquitos de jamón, un par de huevos cocidos y nuestro querido ajo.


Poner en una cazuela aceite, el ajo y el  jamón. Al de un rato añadir una cucharada de harina y remover bien para que se “cocine”. Cuando nuestra mezcla alcance el punto de espesura que nos guste, le añadimos los huevos cocidos partidos en trocitos.


Luego, en una fuente de cristal o similar, ponemos nuestras alcachofas cocidas y por encima le echamos la salsa que hemos elaborado, le añadimos un poco de  queso mozzarella por encima y lo gratinamos. 


La verdad es que está muy bueno y bastante sencillo. Es un plato que siempre ha estado ahí pero que muchas veces no lo hemos apreciado…