jueves, 15 de marzo de 2012

Timbal de revuelto de gambas


Habíamos desayunado mucho, lo clásico cuando duermes en un hotel. Te levantas con el propósito de desayunar como un día cualquiera, y al ver la cantidad de cosas que puedes poner en tu plato, no paras de hacer viajes de tu mesa al mostrador.
Comienzas con un poquito de fiambre (aunque jamás desayunes fiambre), luego decides tomar un selección de panes, unos cerealitos, un zumo o dos, otro viaje de embutidos, un poco de queso, bollería variada, fruta sana… y cuando estás a punto de reventar es cuando, por fin, decides tomarte el café de todos los días.
Con ese panorama, la única alternativa del día era pasear sin parar hasta conseguir hacer un mínimo hueco en el estomago.
Estábamos en Hondarribia o Fuenterrabía y decidimos pasar la frontera y darnos un garbeo por  Biarritz o Biárriz (Francia).
Biarritz era un pueblo de pescadores de ballenas cuyo nombre original era Beariz. En 1843 el escritor, dramaturgo, poeta, político e intelectual francés Víctor Hugo la visitó y la puso de moda, el pequeño pueblo comenzó a cambiar.
El encanto de su costa  y la calidad de sus aguas hizo que la Emperatriz Eugenia, esposa de Napoleón III, hiciera construir en la playa un palacio, hoy en día conocido como Hotel du Palais.
En aquella época los médicos recomendaban los baños de mar en Biarritz por sus propiedades terapéuticas, así que la cosa creció y se construyó el Casino, consiguiendo atraer hasta la familia real Británica que pasó temporadas en Biarritz.
Al pasear por sus calles y paseos fuera de la época estival, se aprecia “cierta” decadencia. El lugar es maravilloso, pero recuerda al típico lugar de veraneo en el que todo parece estar medio cerrado, impregnado de salitre y en el que no se respira mucha vidilla. Quizás era el día y mi estomago rebosante…
En homenaje a Biarritz había pensado hacer una tortilla francesa pero me ha parecido muy simple y he elaborado algo más “sofisticado”, el timbal de revuelto de gambas.
He leído que la tortilla se come desde que el hombre es hombre y se llama francesa porque durante el asedio de los franceses en 1810, en la zona de Cádiz, ante la escasez de alimentos, decidieron hacer la tortilla de patata sin patata, porque no había.
Desde entonces se conoció como “la tortilla de cuando los franceses” y se siguió elaborando por las familias gaditanas cuando al mercado no llegaba mercancía, o sea patata.  
Dicho esto os presento los ingredientes de los timbales: huevos, gambas, ajo y perejil. Para este plato es necesario tener en casa un molde de gelatina o similar para poder dar forma a la preparación.
Esto es muy sencillo y muy resultón para una cena improvisada. Lo primero es picar unos ajos, ponerlos en aceite con un poco de perejil y al de un rato introducir las gambas.
Mientras las gambas ofrecen su sabor,  batimos unos huevos (uno por persona) y untamos de mantequilla el molde de gelatina.
Una vez que las gambas han soltado su esencia (no dejar que se hagan del todo), las escurrimos y las unimos al huevo batido. Aquí se puede añadir una pizca de sal, pero cuidado que las gambas aportan su sal y si te pasas puedes estropear la cena.
Mezclamos bien gambas y huevo y rellenamos nuestros moldes. Yo tengo un truco para que todos los timbales salgan parecidos, es poner el mismo número de gambas por persona. Parece una bobada, pero de esa forma sabes que en cada timbal van 3 ó 4 ó 5 gambas y así a la hora de rellenar no empiezas poniendo muchas y luego te quedas sin ellas, que suele pasar…
Importante: ponemos el molde, o moldes, en la bandeja del horno con un dedo de agua y lo metemos al horno previamente calentado a  200 grados. Lo dejamos hasta que veamos que el timbal se escapa de su hueco, unos 10 minutos, pero hay que controlarlo que se puede secar demasiado. Mientras los timbales crecen en el horno podemos hacer una salsa rosa para acompañar.
Ya tenemos un plato de alta cocina francesa perfecto para cenar un día de esos en los que has desayunado en un hotel.






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