viernes, 27 de julio de 2012

Palencia a la Importancia

La elección del lugar resultó bien fácil. Era el mes de Julio y las condiciones eran claras, debía de estar relativamente cerca y el hotel debía tener piscina.
Como no llegamos a una conclusión decidimos entregar la guía  a nuestros hijos, tenían que elegir la foto con la piscina que más les gustase. A los cinco minutos ya teníamos un lugar a donde ir; habían elegido un piscina de un hotel en ¡Palencia!
Al principio dudamos de la elección pero las protestas de los electores hicieron que nos decidiéramos.
De esta anécdota hace ahora cuatro años y desde entonces ya hemos ido a Palencia en tres ocasiones, siempre al mismo hotel… y a su piscina.
Palencia es una ciudad pequeña que pasa bastante desapercibida, pero una vez que la has visitado, resulta un lugar muy agradable para pasar un fin de semana.
He leído que su nombre significa algo parecido a “cerro amesetado” o “meseta”  que sus orígenes se esconden en el albor de los tiempos y que por ahí han pasado todos los que tienen que pasar (celtas, visigodos, romanos, árabes, etc.)
Siempre he oído que en verano en Palencia hace un calor del demonio. Mi experiencia es totalmente distinta, es uno de los pocos lugares donde he pasado frío en esta época.
La Calle Mayor es peatonal,  tiene  mucha vidilla, y al recorrerla vas encontrándote con parques, estatuas, la Plaza Mayor, Iglesias, tiendas, bancos, etc.
He leído por ahí que Palencia es una de las ciudades con mayor superficie ajardinada en relación con el número de habitantes que tiene. También he leído que fue la primera ciudad con universidad, aunque luego desapareciera.  
Tuvo su época de apogeo, gracias al Canal de Castilla, utilizado para el transporte del cereal hasta los puertos del norte.
En Palencia se encuentra la Catedral de San Antolín, que le llaman “la Bella desconocida” nombre que se ha extendido al resto de la capital. Es una de las mayores catedrales de España y en su interior hay cosas muy interesantes.

Otro sitio curioso es el “Cristo del Otero” una escultura de 30 metros que dicen que es la tercera más grande del mundo. Desde este lugar se divisa toda la ciudad y alrededores.

La leyenda dice que en la iglesia de San Miguel se casó ni más ni menos que el Cid Campeador, pero por fechas parece ser que no fue en la actual iglesia sino en una que había antes en ese mismo lugar.
Un lugar interesante que he conocido gracias a una foto de una piscina en un catalogo de hoteles.  
En homenaje a Palencia y las tierras que le rodean os presento este plato que me llamó la atención por su nombre: Patatas a la Importancia.
Dicen que es un plato típico de la zona pero que con el tiempo se ha extendido por todas partes e incluso se le atribuye otros orígenes.
Los ingredientes son sencillos: patatas, harina, huevo, ajo, cebolla (se me olvidó poner en la foto), pimentón y una pastilla de caldo de carne.
Lo primero pelar las patatas y cortarlas en rodajes de un centímetro de grosor.
Luego pasar por harina, huevo y a freír.
Una vez fritas dan ganas de incarles el diente, no lo hagáis porque están duras. Lo he probado…
En una cazuela amplia, ponemos a dorar cebolla.
Mientras la cebolla se hace, machacamos el ajo con una cucharada de pimentón dulce. 
Cuando esté bien triturado lo añadimos a la cebolla, le añadimos un poco de perejil y lo mezclamos.
En una cazuela aparte diluimos la pastilla de caldo en agua y lo añadimos a la cazuela donde esta nuestra mezcla de cebolla, pimentón y ajo. Luego introducimos con cuidado las patatas y las cocemos durante 10-15 minutos. Aunque lo mejor es ir pinchando las patatas para ver cómo están.
Cuando las patatas están a nuestro gusto de cocción, las sacamos del caldo y las retiramos suavemente a un plato. El caldo que queda en la cazuela lo dejamos unos minutos hasta que reduzca (al gusto).  
Volvemos a introducir las patatas en nuestra salsa y ya tenemos una cazuela de Patatas a la Importancia, un plato curioso que es un poco bomba pero que de vez en cuando no está mal. 
Lo que suelo decir, esto con un buen vinito entra de maravilla. ¡Y que viva Palencia!

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