viernes, 7 de septiembre de 2012

Solomillo de cerdo con Queso Azul


Después de 31 días de regodeo  vacacional, llega la hora de volver a la rutina. Ya es tradición, y estamos acostumbrados, a los insomnios de la última noche de vacaciones. Normalmente esa madrugada soñamos con temas relacionados con el colegio, exámenes para los que no hemos estudiado, asignaturas pendientes o huimos de alguien sin poder avanzar. 


De nada sirve poner el despertador, porque cada hora iremos mirando los luminosos del reloj y dando vueltas y vueltas hasta que, hartos, nos levantamos aturdidos y con un sueño infernal.
Siempre que llegan estas fechas me planteo lo mismo: si sufrimos tanto al volver a la rutina, ¿por qué volvemos?.  ¿No se puede hacer nada para cambiar nuestra forma de vivir de manera que no nos suponga tanto vivirla?


La indumentaria veraniega es un tema del que ya he hablado alguna vez, pero este año he avanzado y he estado preguntando qué prenda resulta más incomoda volver a ponerse. Sorprendentemente he descubierto  que la prenda más odiada son ¡los calcetines! La corbata molesta pero bueno..., los pantalones largos es cuestión de un par de días, pero los calcetines parece que no gustan nada. 


Como dice un amigo, los calcetines te separan del contacto con la tierra, no hay mayor placer que pisar arena o meter los pies en agua de mar o en un río. Los calcetines aprietan, dejan marcas y recalienta los pies. Además para ponerse un calcetín hay que adoptar posturas que nos recuerdan que en verano hemos comido y bebido más de la cuenta. Al agacharse,  una tremenda presión se apodera de estomago y cabeza. Los brazos parecen no llegar a su destino y pronto comienzan a brotar las  primeras micro gotas de sudor.  La falta de entrenamiento hace que nuestro calcetín no se haya acomodado de forma correcta por lo que toca pelear con un calcetín sacacorchos… la guinda para darse cuenta de la necesidad de ejercicio físico inmediato.


Después del calcetín viene el zapato. Tras un mes de chancletas, ponerse un zapato es una tortura, los pies se han anchado, se han relajado, han sido libres y ahora hay que introducirlos en esas carcasas duras y poco aireadas… ¿Por qué no se puede ir a trabajar (si el trabajo no necesita de calzado especial) en chancletas y bermudas?


Lo que está claro es que, con el paso de los años, cada vez cuesta más volver a la vida normal después de unas buenas vacaciones. Ya sé que  quejarse de esto resulta un tanto  frívolo, que hay gente que no tiene vacaciones, que no tiene trabajo… pero de lo que me quejo (reflexiono) es por qué no hacemos nada para cambiar situaciones que nos hacen pasar tan mal, por qué nos cuesta tanto volver a la vida que llevamos. ¿Será que es la que nos toca y ya está? Os dejo unas estampas estivales...




Para iluminar mis absurdas reflexiones y entrar con buen pie en la vida rutinaria, he preparado uno de los platos que más me gustan: solomillo de cerdo.
El solomillo de cerdo es una pieza maravillosa que se puede preparar de mil maneras y con todo tipo de salsas. Esta vez he elegido solomillo con champiñones y queso azul (Cabrales, Roquefort,  Bleu d´Auvergne, etc).Un plato muy vistoso, fácil y rápido de preparar. 


Los ingredientes son sencillos: solomillo, champiñones, cebolla (que no aparece en la foto)  un poco de ajo, cualquier queso azul, nata líquida, vino blanco (tampoco aparece) y algunas hierbas aromatizantes.
Lo primero es “marcar” los solomillos en una sartén a fuego fuerte con un poco aceite y ajo. Cuando están doraditos retirar y reservarlos.


En esa misma sartén y aprovechando el juguillo que ha dejado la carne, incorporar media cebolla partida en trocitos, cuando se tueste un poco, añadir los champiñones. Es el momento de añadir un chorrito de vino blanco


Cuando los champis estén a nuestro gusto, los inundamos de nata. Al hervir la nata dejar que  el queso se funda en sabor y texturas, remover. En esta fase suelo incorporar un poco de hierbas de Provenza.



Una vez que ya tenemos la salsa, sólo queda o introducir los solomillos en esta piscina de sabor o servirlos por separado. A mí me gusta servirlo por separado porque el solomillo suele quedar más jugoso. Si no has hecho mucho los solomillos es recomendable tenerlos un rato dentro de la salsa. Al gusto.


Tras el verano, volvamos a la realidad pero intentemos que cada día tenga su cosa… a pesar de todo.

4 comentarios:

  1. Jajaja muy bueno lo de los calcetines Pepitorio!! Te ha faltado decir el sonido de la respiración entrecortada a modo de ronquido inverso jajaja
    Pensemos ya en las siguientes vacaciones, que remedio...
    Santino

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    1. Cierto, falta la respiración al borde del colapso, jajaja

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  2. Me ha gustado todo mucho Jon, las fotos, la receta, la ida de pinza... todo.

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    1. Gracias Mara!!
      Eres público muy agradecido, así da gusto.

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