viernes, 29 de julio de 2011

Fajitas mexicanas

Con la llegada del verano, se suceden un sin fin de planes que en otras épocas se dan en menor número. Uno de estos planes es el intercambio de niños de unas casa a otras. ¡Qué ilusión hacia de pequeño ir a comer, cenar o dormir a casa de alguien que no fuera tu familia!

Hace poco vinieron a casa, a cenar y dormir, parte de mis sobrinos y, evidentemente, cuando se produce un evento de este tipo, siempre se procura ofrecer una cena “especial” o “temática”.

En mi época moza, esa cena “especial” podía consistir en una tortilla francesa con patatas fritas, unos sorbos de gaseosa y de postre un “Nesquik” o ya muy especial, un helado de corte de nata y fresa.

Hoy en día la tortillita francesa, incluso la de patata, está superada. En una cena “especial” no pueden faltar pizzas, hamburguesas, kebabs, burritos, naggets, refrescos de todo tipo, etc., etc.

Y es que, nuestros supermercados han cambiado un montón. Algunas veces, cuando entro en una gran superficie, observo a mi hija de tres años y la veo moverse entre inmensos pasillos repletos de cosas, con el mismo desparpajo que me movía yo por el estrecho y oscuro pasillo de uno de los supermercados de “Sebastián de la Fuente” (pequeña cadena de supermercados).

Aquellos supermercados, eran en realidad, unos ultramarinos “ilustrados”, donde encontrabas todo lo que en esa época podías encontrar. Lugares con el suelo lleno de serrín, donde llevabas las botellas vacías para que te hagan el descuento por las nuevas llenas de líquidos. Lonjas oscuras con olores rancios, donde las cestas eran de rejilla fina de hierro.

Estanterías vacías donde muchas cosas eran a granel. Pasillos un tanto tenebrosos, en los que no podía faltar un hombre vestido con una bata tirando a sucia, de carácter amable pero incierto y que, curiosamente, todo el mundo con el que he hablado de este tema, recuerda con un extraño pero perfecto peinado.

Hoy en día, nos hemos acostumbrado a ver kilómetros de estanterías llenas de cosas, con todo tipo de productos, variedades, marcas… Y con la globalización aparecen en nuestros supermercados, productos que hace unos años era simplemente imposible imaginar que existían. Y me refiero a las baldas dedicadas a productos de otros países. Productos exóticos que han pasado a formar parte de la normalidad de nuestra gastronomía y que enriquecen la cultura culinaria de nuestros hijos. Yo, con siete años no tenía ni idea de lo que era una “fajita”.

Pues eso, que cómo la pizza ya es algo muy rutinario, había que probar con otros países, y esta vez tocó México.

Lo bueno de este tipo de platos es que vienen perfectamente preparados. Otra cosa será hacer las recetas originales.

La cena que propongo pertenece a la gastronomía tex-mex, término que viene de la fusión de dos estilos de cocina; la tejana (texana) y la mexicana. Aunque en realidad el nombre “tex-mex” apareció como abreviatura que viene de la compañía ferroviaria "Texas-Mexican Railway"

Pone por ahí, que la comida “tex-mex” surge de la unión de la comida nativa de Texas y la influencia española. Parece ser que esa zona fue colonizada, mayoritariamente, por gente procedente de las Islas Canarias. En 1731, la Corona española permitió a los colonos llevar consigo gente de servicio de etnia bereber del norte de África. Esta inclusión supuso el empleo de picantes y especies a la hora de cocinar.

Después de este breve repaso a la historia, os presento los ingredientes para hacer unas fajitas mexicanas de supermercado para cena con sobrinos.

Lo primero, los paquetitos de los diferentes productos: la masa para las fajitas, las diferentes salsas y unos “nachos” de acompañamiento.


Luego hay que preparar el relleno de las fajitas. Se pueden rellenar de lo que se quiera, pero lo típico es poner cebolla, pimiento rojo, pimiento verde y dados de pollo.


Hay que trocear las verduras para pasarlas por la sartén hasta que estén blanditas.


Una vez que las verduras estén hechas, pasar los trozos de pollo por la misma sartén en la que hemos rehogado las verduras.


Cuando el pollo comience a entregarse, añadir lo polvos mágicos. Estos polvos son la base de todo el sabor. Al verterlos, inmediatamente, se mezclan con la carne hasta invadirla de una sabor definido como “barbacoa”.


Cuando el pollo esté bien embadurnado de la salsa, retirarlos y ponerlos en un plato. Yo he preferido no mezclar los ingredientes, porque al tratarse de niños siempre hay variables de sabor confusas.

Una vez preparados los rellenos, hay que montar la fajita. Para ello, antes, hemos debido calentar las masas que vienen en el paquete, bien en el horno o si no hay tiempo en el microondas. En mi caso no tenía tiempo, ya que cinco niños nerviosos, esperaban su fajita para comérsela en un periquete y rápidamente ir a jugar, ver la tele, desordenar….


Una vez calentitas las masas, hacer el relleno: trocitos de pollo con las verduritas pochadas. Doblar como se pueda la masa y ¡ya está!


Los niños se las comieron con las manos, pero a mi me pone muy nervioso tener que ducharme después de comer, así que decidí comerlas con cuchillo y tenedor, en plan finolis….


Y por supuesto, en toda cena, comida o lo que sea “tex-mex”, no pueden faltar unos nachos con queso acompañado de las típicas salsa de guacamole (también he visto huacamole) o tomate picante.




Lo bueno del “tex-mex” es que con lo que pica y con la fuerza de los sabores, es obligado acompañarlo de un buen vino o una burbujeante cerveza, que siempre ayuda…

2 comentarios:

  1. Pepitorio, me sorprendes cada día más con tu faceta culinaria. No tenía ni idea de cocina mexicana. Así que eso he ganado hoy leyendo este post. Un saludo,

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  2. La cocina mexicana que yo hago es fácil: vas al "super" y te dejas llevar. El resto es leer las instrucciones.

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