Tras el susto, su cabeza comenzó a intentar comprender qué sucedía. Al de un rato llegó a la conclusión que era martes y que había sonado el despertador. Había que levantarse.
Fuera aún estaba de noche, pero el reflejo de las luces en el suelo indicaba que estaba lloviendo o que no hacia mucho tiempo que lo había hecho.Aunque la calefacción estaba conectada, al recorrer el pasillo para ir al baño, sintió como el aire rozaba su cara. Un escalofrío recorrió su cuerpo.
- Tengo que llamar a Thomas.- pensó mientras se duchaba.
El ruido de la cafetera le hizo darse cuenta de la hora, ya eran las 7.50. En ese momento una especie de calor interno brotó de su estomago y comenzó a correr. El susto hizo que unas pequeñas gotas de sudor empaparan todo su cuerpo haciendo muy difícil que la ropa se desplazará con suavidad.
Al salir del portal pensó dónde había dejado el coche el día anterior.
- Todos los días igual, ¡tengo que despertarme diez minutos antes!
Al Sr. Greenshoot no le gustaba pasar la mano por el cristal para poder ver. Tenia la curiosa teoría de que al pasar la mano después, en seco, se iba a ver peor. Había oído que había que limpiar los cristales con periódicos, de esa forma nunca se empañarían.
- Mierda!!.- el frenazo fue muy brusco. El corazón del Sr. Greenshoot parecía explotar. No recordaba haber frenado de esa forma en su vida. Asustado bajo su ventanilla. Las primeras gotas de agua le impidieron ver a las personas que levantando los brazos le insultaban de mil maneras. Cuando por fin se acostumbro al impacto de la lluvia, pudo ver el paso de cebra que se había saltado.
- Venga coño!!.- el grito sonó potente y viril. Era un grito que encerraba una gran carga de odio. Un grito lleno de rabia y agresividad. El Sr. Greenshoot, miró por el retrovisor. Apenas pudo adivinar una forma oscura que movía ostentosamente sus brazos mientras por su boca salían toda clase de improperios jamás escuchados.
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