Antes de cerrar la caja, el Sr. Greenshoot miró detenidamente uno a uno todos los objetos. Cada año había mas cosas en la caja.
Un año…. un montón de días en los que no sabemos que va a pasar. Un abismo de meses y meses que parece que nunca van a pasar… hasta que un día abrimos una caja llena de adornos, de la que sale aroma a musgo, a lucecita de navidad, a corcho quemado, a figurita de Belén.
Cuando, por fin, dejó las cajas en lo alto del armario, sintió un gran alivio. Ya era hora de cenar y había que comenzar a cuidar el cuerpo. Era la época de los grandes propósitos: adelgazar, madrugar, hacer excursiones, aprovechar lo fines de semana, ¿trabajo?...
Tras un rato pensando, la sopa se había enfriado. El Sr. Greenshoot se levantó, encendió el grifo, paso su plato por debajo del agua y conectó el lavavajillas.
Tenia sueño, pero sabía que aquella noche le iba a costar dormir. Hasta dentro de un año las luces de Navidad no se iban a encender.
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