Comienza la Navidad y en el ambiente se respira cierto nerviosismo. Cuando te haces mayor la Navidad deja de ser un largo periodo de felicidad absoluta, llena de planes, en esos interminables días de vacaciones. Cuando uno crece, es un momento intenso donde suceden muchas cosas y además no se tienen vacaciones.
Padre emocionado, saludando inutilmente a su hijo/a
Con la Navidad llegan los villancicos, el turrón, las comiditas… y las fiestas de los colegios de los niños. Es más, estas fiestas son un preludio de la Navidad.
Durante la primera quincena de Diciembre a nuestras casas llegan cartas anunciándonos veladas inolvidables en las que veremos a nuestros hijos e hijas vestidos de pastor/a, ángel, estrella, nube, árbol, etc. Si tenemos suerte, se nos comunicará que nuestro hijo/a ha sido elegido para hacer el papel de buey o vaca. Y ya lo increíble, es que tu hijo/a sea elegido/a como rey mago, ángel de la anunciación, San José, la Virgen o el Niño Jesús.
Grupo de padres y madres, cámara en mano, estirando el cuello para ver el espectáculo
Junto con el papel a desempeñar, nos llegarán unas instrucciones de cómo hacer el disfraz del personaje de turno, con un plástico y cuatro cortes de tijera. Seremos felices al ver que nuestro hijo/a se sabe el villancico, es el que mejor toca la pandereta y el que mejor va vestido de nube.
Y llega el día de la fiesta, y todos los padres y madres, nerviosos, preparan sus cámaras de fotos y video. Y llega el momento que llevo analizando muchos años. Y es que la mayoría de los seres humanos preferimos ver la realidad a través de un pantalla, para asegurarnos que no vamos a perder esa realidad que ya nos hemos perdido. ¿Por qué preferimos ver a través de una pantalla de video, la actuación de nuestros nenes, en vez de verla en directo?
Padre siguiendo el espectáculo a través de su cámara
Normalmente esas grabaciones son imposibles de visionar porque a la vez que grabamos hablamos con alguien o nos giramos para ver cualquier cosa. Y lo peor de este fenómeno es que es trasladable a conciertos de famosillos. En los conciertos, casi todo el mundo está grabando con su teléfono un espectáculo por el que ha pagado una entrada. ¡Se lo está perdiendo! No está disfrutando del momento… preferimos verlo luego, peor.
El éxtasis, sale nuestro hijo/a
En fin… tanta tecnología nos hace perder la realidad, pero eso sí; la tenemos capturada para siempre, mal, pero para siempre.
Efectivamente es un sacrificio que hace el padre o madre (que no ve a su niña/o) para que este/a pueda tener un recuerdo cuando sea mayor.Así somos los padres/madres
ResponderEliminarLo del recuerdo es perfecto. Pero creo que hay algo más. Creo que hay una obsesión por guardar todo lo que sucede aunque nunca lo volvamos a ver.
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